(Foto: El Comercio) |
Escribe: José De Echave C.
Hay diferentes maneras de evaluar el discurso presidencial del 28 de julio. Una forma es analizar los temas abordados, los fundamentos de los anuncios y al mismo tiempo los vacíos en el discurso. Otra manera es compararlo con los discursos precedentes y los ofrecimientos que fueron hechos en los años anteriores.
Hay diferentes maneras de evaluar el discurso presidencial del 28 de julio. Una forma es analizar los temas abordados, los fundamentos de los anuncios y al mismo tiempo los vacíos en el discurso. Otra manera es compararlo con los discursos precedentes y los ofrecimientos que fueron hechos en los años anteriores.
La tercera presentación del presidente Humala en el Congreso
da material para hacer comparaciones y recordar los discursos precedentes,
sobre todo en los temas vinculados a la minería y las políticas ambientales.
En el primer discurso, el tema del ordenamiento territorial
fue presentado como una de las políticas centrales del nuevo gobierno para
ordenar el crecimiento equilibrado de las actividades productivas, al mismo
tiempo que se apostaba por la ley de consulta, una mayor contribución de la
minería y el fortalecimiento de las políticas ambientales. En el segundo
discurso (hace apenas doce meses) y luego de varios meses de convulsión social
se anunció la creación de una comisión multisectorial que trabajaría lo que el
propio presidente llamó como “una nueva relación con la minería”.
Lo cierto es que cumplidos los dos años poco es lo avanzado
en estos temas que además prácticamente han dejado de ser mencionados por el
presidente. El ordenamiento territorial está durmiendo en el espacio del
Acuerdo Nacional; nada se ha dicho sobre los reales aportes del gravamen minero
acordado con las empresas y sobre la consulta se ha comenzado a aplicar
precisamente donde no hay minería ni hidrocarburos.
El informe de la comisión multisectorial, “encargada de
elaborar propuestas normativas y políticas orientadas a mejorar condiciones
ambientales y sociales bajo las que se desarrollarán las actividades
económicas, especialmente las industrias extractivas”, fue entregado el 10 de
octubre del año pasado y seguramente está muy bien guardado en un escritorio de
la Presidencia del Consejo de Ministros. De los cuatro ejes estratégicos
aprobados por la comisión (Estado soberano y garante de derechos; mejora en la
calidad de vida con ambiente sano; compatibilizando el aprovechamiento
armonioso de los recursos naturales y; patrimonio natural saludable), habría
que preguntarse en qué aspectos se ha avanzado. Lo cierto es que salvo la
creación del nuevo Sistema Nacional de Certificación Ambiental (que ya debería
tener por lo menos una cabeza visible), poco o casi nada se ha avanzado.
Por eso las menciones en el último discurso de lo ambiental y la minería suenan a lugares comunes y a nada concreto. El presidente habló de “fortalecer el contrato social entre la comunidad, la empresa y el Estado”, pero no ha dicho cómo y qué es lo que se está haciendo o pretende hacer. También ha mencionado como “experiencia replicable” el caso del proyecto minero de Las Bambas, en Apurímac, región que aparece, según los últimos reportes de la Defensoría del Pueblo, en el segundo lugar en cuanto a número de conflictos.
Por eso las menciones en el último discurso de lo ambiental y la minería suenan a lugares comunes y a nada concreto. El presidente habló de “fortalecer el contrato social entre la comunidad, la empresa y el Estado”, pero no ha dicho cómo y qué es lo que se está haciendo o pretende hacer. También ha mencionado como “experiencia replicable” el caso del proyecto minero de Las Bambas, en Apurímac, región que aparece, según los últimos reportes de la Defensoría del Pueblo, en el segundo lugar en cuanto a número de conflictos.
Encerrado en su propio círculo, el gobierno parece escuchar
solamente lo que le conviene: la gente está en las calles, pero la oficina de
conflictos de la Presidencia del Consejo de Ministros le dice que los
conflictos están disminuyendo; sus ministros le anuncian que ya se viene una
lluvia de millones en inversiones en sus carteras y que hay que seguir
destrabando las inversiones para que el país siga creciendo y la recaudación
aumente.
En todo caso, lo que no se puede decir es que el discurso
del presidente no refleje la situación actual de su gobierno. Un discurso soso,
cansino, que refleja a un gobierno que ha comenzado a arrastrar los pies y que
al mismo tiempo ha terminado de configurar un gabinete cada vez más
conservador.
En este contexto el ministro de Economía, Castilla, que es
en realidad el primer ministro en la sombra, tiene la cancha libre para
preparar nuevos paquetes de medidas. La recomposición del gabinete ha terminado
de configurar un escenario en el que el verdadero liderazgo recae en Luis
Castilla que controla la mayoría de carteras. Los últimos cambios en los
ministerios de Agricultura (vice ministerios), Comercio, y Cultura, han
consolidado la influencia del Ministerio de Economía y Finanzas, con el
beneplácito de la CONFIEP que ha saludado los anuncios y el mensaje.
Fuente: CooperAcción.