mayo 15, 2013

Productos nativos desafían al cambio climático

A diferencia de la papa y el maíz genéticamente mejorados, las variedades nativas son más resistentes frente a los climas extremos.
Agricultores quechuas de Ayacucho diversifican sus cultivos para asegurar la alimentación de sus familias.
 
A la izquierda, el bello color de la flor de la papa contrasta con las oscuras y retorcidas hojas de la derecha. Estos cultivos fueron quemados por la intensa helada que se presentó días atrás. Sin embargo, sus efectos no fueron los mismos en toda esta parcela. Lucas Tenorio, sabe por qué.
“La papa huayro resiste más el frío. La revolución se quema toda. No aguanta”, explica este habitante del centro poblado San Juan de Chito en Ayacucho. A 3, 386 metros sobre el nivel del mar, los cultivos de Tenorio han sido golpeados por las últimas heladas que se presentaron en la provincia de Vilcas Huamán desde inicios de Abril.
Mientras que los productos mejorados son el resultado de programas de mejoramiento genético, exigentes en el uso de tierra, abonamiento y control de plagas, las variedades nativas han sido ancestralmente domesticadas por los pueblos andinos y prueban hoy ser resistentes a los impactos negativos del cambio climático.
Tenorio es promotor de soberanía y seguridad alimentaria de su pueblo y en su quehacer ha recuperado cerca de sesenta tipos de papas nativas.
El sembrar sus cultivos en diferentes pisos ecológicos, dando prioridad a las especies nativas, le permitió a él, su esposa, y sus dos hijos mayores, el reducir las pérdidas en la cosecha y asegurar su alimentación por los próximos nueve meses.
La rápida cocción de este producto contribuye también a reducir las emisiones de dióxido de carbono. Las familias ahorran una considerable cantidad de leña y otros combustibles. “Estas papas solo se sancochan”. Hay otras que se usan para preparar sopas y frituras. El resto las secamos y almacenamos”, refiere Tenorio.
Raúl Hinostroza, ingeniero agrónomo y representante de CHIRAPAQ Centro de Culturas Indígenas del Perú, señala que existen además  grandes ventajas nutricionales.  “Las papas de color oscuro son más sabrosas. Además captan más energía del sol, concentrando mayor cantidad de carbohidratos y otros nutrientes”, indicó.
Se precisa solo de una ingesta pequeña para obtener gran cantidad de energía. “Son muy arenosas. Comiendo tan solo dos papas una persona adulta puede sentirse satisfecha”, señala.
Pero si han probado adaptarse al cambio climático y ser una valiosa fuente de nutrientes, ¿por qué no sembrar solo productos nativos? “Los compradores y los programas del Estado quieren papa de las variedades peruanita u otra variedad mejorada. Las familias destinan una parte de lo que siembran para cubrir esta demanda y así asegurarse un ingreso”, explica Hinostroza.
Según Hinostroza esta visión solo apuntaría a dinamizar la economía local, sin tener en cuenta la salud de hombres, mujeres, jóvenes y niños en estas remotas localidades de la sierra sur del país. “Si siembran solo eso, ¿cómo van a diversificar su comida?”, reflexiona.
Alimento del futuro
La clave de una alimentación saludable es la combinación balanceada de alimentos. Pero, ¿qué ocurre si no se dispone de una cantidad adecuada? El exceso de lluvias en este poblado también empobreció buena parte de las mazorcas de maíz, uno de los principales cereales andinos.
En este desalentador escenario, los maíces nativos destacan por la calidad de su grano y su resistencia frente a los embates de los cambios del clima. “Las nativas resisten mejor. Claro, unas más que otras”, dice Tenorio. “Los maíces nativos son también resistentes a la sequía”, agrega.
Casi 90 ecotipos de maíces fueron sembrados en los 2,000 metros cuadrados de una de las parcelas de Tenorio. Los ecotipos son el resultado del cruce de especies, de las que nacen mazorcas que sorprenden por su diversidad de colores. A su vez, estos maíces pueden ser preparados una variedad infinita de platillos, entre sopas, mazamorras, canchas y picantes.
Hugo Salvatierra, responsable del Programa Soberanía y Seguridad Alimentaria de CHIRAPAQ, califica al maíz como una planta del futuro. “Aunque no crezca lo suficiente siempre da una mazorca. Resiste el calor y el frío y queda siempre algo para la alimentación”, revela.
Salvatierra explica además que su potencial no solo esta en la mazorca. La caña del maíz es sumamente dulce y es alimento predilecto entre grandes y chicos.
“El rastrojo del maíz lo recogemos para alimentar a nuestros ganados. Lo secamos y lo almacenamos para cuando hay escasez de pastos. Esto es de agosto a diciembre, cuando la helada ya lo ha quemado todo”, manifiesta Tenorio.
La curiosidad científica del pueblo quechua, sus saberes sobre el manejo de pisos altitudinales y el conocimiento sobre su biodiversidad local son aportes que pueden ser empleados para erradicar la desnutrición en nuestro país y el mundo.
CHIRAPAQ, junto con familias quechuas de Vilcas Huamán, busca incrementar el rendimiento de la producción agropecuaria identificando las especies nativas que se adaptan mejor al cambio climático.
La propuesta es impulsada junto con los Gobiernos Locales, la Asociación de Promotores y Promotoras en Agricultura Sostenible y Seguridad Alimentaria APASSA, e implementada con el apoyo de Pan para el Mundo y la Fundación Ford.

Fuente: Chirapaq