diciembre 06, 2013

Saberes y haceres andinos deben ser revalorados frente al cambio climático

Estrategia Huari-Tupicochana para adaptación
 al cambio climático. (Foto: Andrés Alencastre)

Los conocimientos y saberes ancestrales de las comunidades andinas deben ser revalorados y potencializados para que junto con los saberes contemporáneos conformen la base de una estrategia que haga frente al cambio climático, destacó la especialista Payo Pauch.


La capacitación vivencial, la siembra y cosecha de agua, los cercos vivos, las estrategias agrícolas, las relaciones de reciprocidad y las prácticas tradicionales son algunas de las estrategias sistemáticas, planificadas, adaptativas e interculturales que debe impulsar el gobierno.

De esa manera se preservará y protegerá la variada y rica biodiversidad de los andes, y además fomentará la seguridad y soberanía alimentaria de sus pueblos, indica Pauch.

Las comunidades andinas son portadores de numerosos conocimientos y saberes ancestrales transmitidos de generación en  generación, sobre la tierra, el agua, las estaciones, la flora, la fauna de sus territorios.

Estos saberes y haceres generan un diálogo continuo con los saberes académicos y dentro de un proceso de interculturalidad entre ambos saberes o “iscay yachiq” deben conllevar a su complementariedad y contribución a las acciones de mitigación y adaptación al cambio climático, destaca la autora.

Saberes y haceres andinos frente al cambio climático
La región andina es considerado uno de los ecosistemas montañosos más complejos y diversos geográfica, ecológica, climática y culturalmente, siendo uno de los centros de origen de la agricultura y la hidráulica a nivel mundial.

Sus culturas ancestrales supieron enfrentar y adecuarse a un clima variable y cambiante, manejando diferentes pisos ecológicos, el trabajo solidario del ayni y la minka así como una adecuada redistribución de los recursos y el fomento de la reciprocidad y solidaridad social y económica que les permitió ser poseedores de una rica biodiversidad  y garantizar la seguridad alimentaria de sus pueblos. Principios vivenciales que perduran en la actualidad, pero que están siendo seriamente afectados por la presencia  cada vez más evidente  del cambio climático.

El cultivo de forraje para la época de estiaje
asegura la alimentación del ganado. Foto: Atica
La población del Perú ya está sintiendo los efectos de este fenómeno global,  en todo el territorio nacional se va exacerbando la incidencia e intensidad de eventos climáticos extremos: sequías, heladas, granizadas, escasez o abundancia de lluvias, inundaciones, excesiva radiación solar entre otros. Aumentando las condiciones de vulnerabilidad de la población rural, especialmente de las comunidades altoandinas que ya vienen sufriendo  los efectos y riesgos ambientales y socioeconómicos, generando mayor pobreza y desigualdad.

Ante esta realidad, diversas instituciones públicas y privadas (Oenegés, Universidades, Gobiernos Regionales etc.), vienen generando y practicando un diálogo continuo entre los saberes y haceres ancestrales  y los saberes académicos, buscando armonizar y difundir una adecuada combinación de tecnologías andinas con las tecnologías modernas, las que serán  aceptadas, retomadas, recreadas, o innovadas por las comunidades campesinas; dentro de un proceso de interculturalidad entre los dos saberes o “iscay yachiq” que conlleve a su complementariedad y contribución a las acciones de mitigación y adaptación al cambio climático.

Dentro de la familia campesina tanto el varón como la mujer son protagonistas de este proceso de mitigación y adaptación, participando conjuntamente y poniendo en práctica estrategias de protección y de respuesta ante los fenómenos climáticos que vienen afrontando. Siendo algunas de estas estrategias las siguientes:

Capacitación  Vivencial: de campesino a campesino a través del “kamayoc” y el “yachachiq”,  que son líderes tecnológicos campesinos que proveen de asistencia técnica y/o extensión agrícola a las comunidades bajo la forma participativa  de “aprender haciendo”, logrando adaptar, implementar o innovar adecuadas técnicas agropecuarias o el uso de energías renovables, que conlleve a soluciones prácticas e impactos positivos como el riego por goteo o aspersión, muro trombe, bombas de ariete de plástico, termas solares, cocinas mejoradas, secadores solares, cultivo de hortalizas, mejoramiento de ganado etc.

Estos líderes se vienen replicando en diferentes regiones del país como Cusco, Puno, Huancavelica, Ayacucho, Cajamarca, Ancash entre otros, logrando fomentar la reciprocidad, interculturalidad, el respeto y la relación amigable con la naturaleza. La retribución que reciben por sus servicios puede ser en dinero, productos (trueque), o el ayni (ayuda recíproca).

Asimismo en algunas comunidades de la sierra central, se viene recuperando la labor del “arariwa” que viene a ser el supervisor andino de los cultivos, el que advierte de posibles plagas y riesgos en sus parcelas.
Siembra y cosecha de agua: ante la pérdida de cochas y lagunas naturales que afecta la actividad agropecuaria, las comunidades están logrando sembrar y cosechar agua de lluvia, creando pequeños reservorios o alimentando y ensanchando las cochas para la época más seca. También construyen zanjas de infiltración que permiten captar agua de lluvia para mejorar el caudal de los manantiales.

La cosecha de agua  se realiza también a través de la protección de bofedales, puquiales, manantes, preservación y conservación de cuencas y microcuencas.

Cercos Vivos: forestación y reforestación con especies nativas resistentes como la “queñoa”, “colle”, “mutuy” etc. bordeando las parcelas, huertas o bosques para resguardar los suelos, evitar las plagas, así como protegerse de los vientos y las heladas; tratando de conformar un microclima que mitigue los posibles daños atmosféricos.

Estrategias Agrícolas: la preservación y mejoramiento de suelos a través del abonamiento orgánico (estiércol fermentado, compost, abono verde etc.); construcción de andenes para recuperar suelos cultivables y especies genéticas; la siembra diversificada de diferentes variedades en una sola parcela (por Ej. decenas de variedades de papa); recuperación de la semilla de papa a través de los “chauchos” o brotes de la papa para su siembra. Asimismo la siembra en tres momentos diferentes; parcelas en diversos pisos ecológicos y microclimas, puesto que cada terreno está expuesto a riesgos diferentes; siembra de nuevos cultivos (cebolla, zanahoria, arveja, frutales etc.) entre otras estrategias.

Relaciones de Reciprocidad: recurren a la ayuda mutua familiar, comunal o ínter comunal, en la que se hace presente la cooperación, solidaridad y la equidad.

Es así que en las comunidades altoandinas de Huancavelica, se practica el “allapakuy” que significa “ayudar a cosechar”; es decir el campesino que ha tenido una mala cosecha acude a otro que ha tenido buena cosecha para ofrecer su ayuda, a cambio de una cantidad determinada de los productos cosechados. Es una forma de afrontar el mal momento y afianzar un vínculo de reciprocidad.

Otra forma de reciprocidad es el “yanapakuy” (ayudarse mutuamente), que se practica en diferentes actividades, siendo muy arraigado en la cultura andina.

Prácticas Tradicionales: para mitigar los efectos climáticos  las comunidades andinas recurren a “hacer bulla” a través de gritos y cohetes para ahuyentar las granizadas; o también “hacer humo”  formando grandes fogatas para ahuyentar las heladas. Prácticas que podrían tener sustento en la cosmovisión y el componente mítico de la cultura andina.

Asimismo, para atraer las lluvias en época de sequía se recurre al canto y ruego de un coro de niños a los apus y al dios católico, lo que muestra la continuidad cultural andina a través del sincretismo religioso.

Para pronosticar el clima, observan las estrellas, las fases de la luna o también bio-indicadores como el comportamiento o aparición de algunos animales, el trino de las aves, insectos etc. Hay que tener en cuenta, que ante los cambios inusuales de clima muchas de estas predicciones pierden su funcionalidad, teniendo que recrear o innovar constantemente sus  saberes.
Las comunidades andinas son portadores de conocimientos y saberes ancestrales que son transmitidos de generación en  generación, sobre la tierra, el agua, las estaciones, la flora, la fauna de sus territorios, los cuales deben ser revalorados y potencializados para que junto con los saberes contemporáneos conformen la base  de una estrategia sistemática, planificada, adaptativa e intercultural a nivel gubernamental que haga frente al cambio climático. De esta manera se estará preservando y protegiendo la variada y rica biodiversidad de los andes, y fomentando la seguridad y soberanía alimentaria de sus pueblos.
Fuente: Servindi