Estrategia Huari-Tupicochana para adaptación al cambio climático. (Foto: Andrés Alencastre) |
Los conocimientos y saberes ancestrales de las comunidades andinas deben ser revalorados y potencializados para que junto con los saberes contemporáneos conformen la base de una estrategia que haga frente al cambio climático, destacó la especialista Payo Pauch.
La capacitación vivencial, la siembra y cosecha de agua, los
cercos vivos, las estrategias agrícolas, las relaciones de reciprocidad y las
prácticas tradicionales son algunas de las estrategias sistemáticas,
planificadas, adaptativas e interculturales que debe impulsar el gobierno.
De esa manera se preservará y protegerá la variada y rica
biodiversidad de los andes, y además fomentará la seguridad y soberanía
alimentaria de sus pueblos, indica Pauch.
Las comunidades andinas son portadores de numerosos conocimientos
y saberes ancestrales transmitidos de generación en generación, sobre la tierra, el agua, las
estaciones, la flora, la fauna de sus territorios.
Estos saberes y haceres generan un diálogo continuo con los
saberes académicos y dentro de un proceso de interculturalidad entre ambos
saberes o “iscay yachiq” deben conllevar a su complementariedad y contribución
a las acciones de mitigación y adaptación al cambio climático, destaca la
autora.
Saberes y haceres andinos frente al cambio climático
La región andina es considerado uno
de los ecosistemas montañosos más complejos y diversos geográfica, ecológica,
climática y culturalmente, siendo uno de los centros de origen de la
agricultura y la hidráulica a nivel mundial.
Sus culturas ancestrales supieron enfrentar y adecuarse a un
clima variable y cambiante, manejando diferentes pisos ecológicos, el trabajo
solidario del ayni y la minka así como una adecuada redistribución de los
recursos y el fomento de la reciprocidad y solidaridad social y económica que
les permitió ser poseedores de una rica biodiversidad y garantizar la seguridad alimentaria de sus
pueblos. Principios vivenciales que perduran en la actualidad, pero que están
siendo seriamente afectados por la presencia
cada vez más evidente del cambio
climático.
El cultivo de forraje para la época de estiaje
asegura la alimentación del ganado. Foto: Atica |
La población del Perú ya está sintiendo los efectos de este
fenómeno global, en todo el territorio
nacional se va exacerbando la incidencia e intensidad de eventos climáticos
extremos: sequías, heladas, granizadas, escasez o abundancia de lluvias,
inundaciones, excesiva radiación solar entre otros. Aumentando las condiciones
de vulnerabilidad de la población rural, especialmente de las comunidades
altoandinas que ya vienen sufriendo los
efectos y riesgos ambientales y socioeconómicos, generando mayor pobreza y
desigualdad.
Ante esta realidad, diversas instituciones públicas y
privadas (Oenegés, Universidades, Gobiernos Regionales etc.), vienen generando
y practicando un diálogo continuo entre los saberes y haceres ancestrales y los saberes académicos, buscando armonizar
y difundir una adecuada combinación de tecnologías andinas con las tecnologías
modernas, las que serán aceptadas,
retomadas, recreadas, o innovadas por las comunidades campesinas; dentro de un
proceso de interculturalidad entre los dos saberes o “iscay yachiq” que
conlleve a su complementariedad y contribución a las acciones de mitigación y
adaptación al cambio climático.
Dentro de la familia campesina tanto el varón como la mujer
son protagonistas de este proceso de mitigación y adaptación, participando
conjuntamente y poniendo en práctica estrategias de protección y de respuesta
ante los fenómenos climáticos que vienen afrontando. Siendo algunas de estas
estrategias las siguientes:
Capacitación
Vivencial: de campesino a campesino a través del “kamayoc” y el
“yachachiq”, que son líderes
tecnológicos campesinos que proveen de asistencia técnica y/o extensión
agrícola a las comunidades bajo la forma participativa de “aprender haciendo”, logrando adaptar,
implementar o innovar adecuadas técnicas agropecuarias o el uso de energías
renovables, que conlleve a soluciones prácticas e impactos positivos como el
riego por goteo o aspersión, muro trombe, bombas de ariete de plástico, termas
solares, cocinas mejoradas, secadores solares, cultivo de hortalizas,
mejoramiento de ganado etc.
Estos líderes se vienen replicando en diferentes regiones
del país como Cusco, Puno, Huancavelica, Ayacucho, Cajamarca, Ancash entre
otros, logrando fomentar la reciprocidad, interculturalidad, el respeto y la
relación amigable con la naturaleza. La retribución que reciben por sus
servicios puede ser en dinero, productos (trueque), o el ayni (ayuda
recíproca).
Asimismo en algunas comunidades de la sierra central, se
viene recuperando la labor del “arariwa” que viene a ser el supervisor andino
de los cultivos, el que advierte de posibles plagas y riesgos en sus parcelas.
Siembra y cosecha de agua: ante la pérdida de cochas y
lagunas naturales que afecta la actividad agropecuaria, las comunidades están
logrando sembrar y cosechar agua de lluvia, creando pequeños reservorios o
alimentando y ensanchando las cochas para la época más seca. También construyen
zanjas de infiltración que permiten captar agua de lluvia para mejorar el
caudal de los manantiales.
La cosecha de agua se
realiza también a través de la protección de bofedales, puquiales, manantes,
preservación y conservación de cuencas y microcuencas.
Cercos Vivos: forestación y reforestación con especies
nativas resistentes como la “queñoa”, “colle”, “mutuy” etc. bordeando las
parcelas, huertas o bosques para resguardar los suelos, evitar las plagas, así
como protegerse de los vientos y las heladas; tratando de conformar un
microclima que mitigue los posibles daños atmosféricos.
Estrategias Agrícolas: la preservación y mejoramiento de
suelos a través del abonamiento orgánico (estiércol fermentado, compost, abono
verde etc.); construcción de andenes para recuperar suelos cultivables y
especies genéticas; la siembra diversificada de diferentes variedades en una
sola parcela (por Ej. decenas de variedades de papa); recuperación de la
semilla de papa a través de los “chauchos” o brotes de la papa para su siembra.
Asimismo la siembra en tres momentos diferentes; parcelas en diversos pisos
ecológicos y microclimas, puesto que cada terreno está expuesto a riesgos
diferentes; siembra de nuevos cultivos (cebolla, zanahoria, arveja, frutales
etc.) entre otras estrategias.
Relaciones de Reciprocidad: recurren a la ayuda mutua
familiar, comunal o ínter comunal, en la que se hace presente la cooperación,
solidaridad y la equidad.
Es así que en las comunidades altoandinas de Huancavelica,
se practica el “allapakuy” que significa “ayudar a cosechar”; es decir el
campesino que ha tenido una mala cosecha acude a otro que ha tenido buena
cosecha para ofrecer su ayuda, a cambio de una cantidad determinada de los
productos cosechados. Es una forma de afrontar el mal momento y afianzar un
vínculo de reciprocidad.
Otra forma de reciprocidad es el “yanapakuy” (ayudarse
mutuamente), que se practica en diferentes actividades, siendo muy arraigado en
la cultura andina.
Prácticas Tradicionales: para mitigar los efectos
climáticos las comunidades andinas
recurren a “hacer bulla” a través de gritos y cohetes para ahuyentar las
granizadas; o también “hacer humo”
formando grandes fogatas para ahuyentar las heladas. Prácticas que
podrían tener sustento en la cosmovisión y el componente mítico de la cultura
andina.
Asimismo, para atraer las lluvias en época de sequía se
recurre al canto y ruego de un coro de niños a los apus y al dios católico, lo
que muestra la continuidad cultural andina a través del sincretismo religioso.
Para pronosticar el clima, observan las estrellas, las fases
de la luna o también bio-indicadores como el comportamiento o aparición de
algunos animales, el trino de las aves, insectos etc. Hay que tener en cuenta,
que ante los cambios inusuales de clima muchas de estas predicciones pierden su
funcionalidad, teniendo que recrear o innovar constantemente sus saberes.
Las comunidades andinas son portadores de conocimientos y
saberes ancestrales que son transmitidos de generación en generación, sobre la tierra, el agua, las
estaciones, la flora, la fauna de sus territorios, los cuales deben ser
revalorados y potencializados para que junto con los saberes contemporáneos
conformen la base de una estrategia
sistemática, planificada, adaptativa e intercultural a nivel gubernamental que
haga frente al cambio climático. De esta manera se estará preservando y
protegiendo la variada y rica biodiversidad de los andes, y fomentando la
seguridad y soberanía alimentaria de sus pueblos.
Fuente: Servindi