diciembre 03, 2014

Reconocen práctica de siembra y cosecha de agua en Ayacucho


Red Verde Perú
La práctica “Siembra y cosecha de agua de lluvia frente a la reducción de humedad del suelo y de la recarga hídrica de acuíferos en cabecera de cuenca”, impulsada por la comunidad campesina de Quispillaccta y la Asociación Bartolomé Arispaylla (ABA), en Ayacucho, ha sido reconocida con el primer puesto del Concurso Buenas Prácticas frente al Cambio Climático en el medio rural, en el marco del Premio Nacional Ambiental 2014, organizado por el Ministerio del Ambiente (MINAM).
La premiación sé realizó el 02 de diciembre en el auditorio Platinium Garden, del Encuentro Voces por el Clima, donde recibieron de manos del ministro del Ambiente Manuel Pulgar Vidal el merecido reconocimiento a su importante labor.

Mediante faenas comunales, hace 20 años la comunidad campesina de Quispillaccta, ubicada en el distrito ayacuchano de Chuschi, entre 2,800 a 4,600 m.s.n.m., inició la crianza de lagunas impulsando la práctica de siembra y cosecha de agua de lluvia.

Con esta práctica los comuneros de Quispillaccta buscan responder al problema de escasez de agua en las comunidades adyacentes a las cuencas de los ríos Pampas y Cachi-Mantaro, provocado entre otros factores por las bajas tasas de recarga hídrica y la rápida desaparición de los nevados que alimentan sus fuentes primarias como efecto del cambio climático, que también trae como impacto negativo el aumento de la agresividad del granizo y severidad de las heladas.

Entre los otros factores que influyeron en la resequedad generalizada de la pradera comunal con pérdida de la cubierta vegetal de los cerros y en la disminución del caudal de los ríos y casi desaparición de los puquiales, destacan la violencia política armada, que se inició en el distrito de Chuschi en 1980 y que asoló al país hasta el 2000, ocasionando destrucción de protecciones de manantes y abandono del campo por los comuneros (asesinatos, desapariciones y migraciones forzadas); la pérdida de “cariño” y respeto al agua de un sector de la población que ha desatendido las festividades y rituales; la desvalorización del saber y la cosmovisión local en la crianza del agua y del paisaje por la academia y las instituciones públicas.

Es por ello que la ABA —creada en 1991 por las ingenieras agrónomas Magdalena y Marcela Machaca—, que presta asesoría técnica y apoyo económico para el proceso de recuperación del agua en la comunidad de Quispillaccta, promueve un enfoque de desarrollo basado en la regeneración del Vivir Bien, o Buen Vivir, (Sumaq Kawsay) de toda la colectividad viva (humana, naturaleza y deidades), en tanto califican como “Vida armoniosa y Digna” de las mismas, en su propia manera de criar la vida centrada en la chacra (agricultura). Este enfoque implica reconocer el valor económico y social de la agricultura campesina andina, es decir, el cambio hacia la agroecología y la soberanía alimentaria, así como el desarrollo de fiestas y rituales agrarios, y una educación basada en diálogo de saberes,

La siembra y cosecha de agua de lluvia (criar agua) se realiza adaptando las hoyadas naturales para almacenar aguas de escorrentía hasta lograr la formación de “lagunas artificiales”, construyendo diques con piedras, arcillas y cenizas. También se siembra plantas nativas para incrementar el caudal de los manantes y perennizar el agua de los puquiales y bofedales, a las cuales se les llama “madres del agua”. Se construyen cercos naturales y alambradas alrededor de los ojos de agua, bofedales, puquiales y manantes, para evitar que los animales las depreden y puedan recuperar su recarga hídrica. Todo ello con participación activa de los comuneros y autoridades de la comunidad de Quispillaccta.

“Es hacer agua donde no hay agua, con la planta madre que llama agua y haciendo la cosecha de lluvia en vasos naturales. Hasta ahora tenemos 71 lagunas estabilizadas y 10 en proceso de formación, en total 81 lagunas”, dice Magdalena Machaca, directora ejecutiva de ABA.

A partir del año 2000, ABA amplía las actividades hacia las comunidades vecinas y se empieza a utilizar maquinaria pesada con participación comunal para mejorar diques de lagunas de agua de lluvia o en la construcción de otras nuevas. Su meta es ampliar a 200 las lagunas creadas.

Pero ABA no solo cosecha agua, también cosecha reconocimiento público por su labor. Preguntada sobre lo que significa para ella esta premiación, Magdalena Machaca afirmó: “Es una experiencia linda porque se trata del reconocimiento a esos saberes milenarios que aún conviven en nuestras comunidades… Muchas veces nuestros pueblos han sido relegados al atraso… les llaman pueblos arcaicos y no es cierto, sino que estamos en manos de esas sabidurías para afrontar ese problema del cambio climático. Por eso mi sentimiento es enorme y [es sentir] que vale mucho nuestra sabiduría como la siembra y cosecha de agua de lluvia”.